Periodonto

Es el conjunto de tejidos que fijan el diente, a saber: Ligamento periodontal, hueso alveolar y encía. También se considera el cemento dental como un integrante más del periodonto.

La función del periodonto es muy importante, pues el hecho de que un diente esté firmemente sujeto es básico para su buen funcionamiento, ya que las fuerzas de la masticación son bastante notables. Además, el periodonto tiene una función sensitiva destacada, pues sirve para captar las sensaciones de presión que afecten al diente. De este modo, si al cerrar la boca para masticar percibimos algo muy duro –por ejemplo, un alimento excesivamente duro o una piedrecita en las lentejas- de manera muy rápida se produce un estímulo a través de las inervaciones del periodonto y una respuesta refleja de abrir la boca: Es un mecanismo de defensa.
El hueso alveolar es la parte de los huesos maxilares que se encarga de acoger a los dientes. Los dientes se incluyen en el tejido óseo en unos espacios llamados alvéolos, de ahí el nombre de hueso alveolar. Dentro del maxilar (superior) y de la mandíbula existen dos áreas respectivas de hueso alveolar: Como los dientes se alinean formando arcos, vemos que las zonas alveolares de los huesos maxilares tienen igualmente una estructura en arco correspondiente.
Una peculiaridad del hueso alveolar es que su razón de ser son los dientes, es decir, que cuando no hay dientes el hueso alveolar va desapareciendo. Y es que las altas paredes de esos alvéolos en los que están los dientes, cuando éstos faltan, se atrofian.
El hueso alveolar, como estructura ósea que es, es un tejido duro. El diente, que también es una estructura rígida, se une al hueso mediante fibras que son principalmente las del ligamento periodontal.
El ligamento periodontal es un tejido formado por fibras de diferentes tipos, unas más elásticas y otras más rígidas según su función. Y es que el diente está firmemente unido al hueso pero no completamente pegado, y eso es gracias a estas fibras. El hecho de que el diente no esté anquilosado en el hueso le da unas propiedades mecánicas excelentes, ya que le confiere un cierto grado de movilidad (muy pequeño, sí) pero que lo hace más resistente y eficaz para las fuerzas de la masticación.
Entre las fibras del ligamento periodontal existe también una abundante irrigación sanguínea y terminaciones nerviosas. De las terminaciones nerviosas ya hablamos antes, pues nos sirven para captar las sensaciones de presión que afectan al diente. Los vasos sanguíneos, que vienen desde el hueso alveolar, llegan a las fibras del ligamento periodontal y al cemento, y permiten que se nutran.
La encía o gíngiva recubre al hueso alveolar y termina por unirse directamente al diente. También es un tejido bastante fibroso, que emite fibras al hueso alveolar, al ligamento periodontal y al propio diente. Dentro de la encía hay zonas diferenciadas según su ubicación y función, pues además de ser la encía un tejido de unión para el diente, es un tejido de transición para con el resto del epitelio de la boca. De hecho, se podría considerar una parte de la mucosa bucal que se ha especializado y se ha hecho más fibrosa para facilitar la unión a los dientes y para resistir las presiones de los alimentos durante la masticación.
También la encía tiene una función estética muy apreciable. De hecho, al mirar una sonrisa, no sólo nos fijamos en los dientes sino también en las encías. Unas encías muy enrojecidas no están sanas y esto nos llama la atención y puede hacer que unos dientes blancos y bien alineados puedan no parecernos atractivos. También existe lo que llamamos la arquitectura de las encías, que consiste en que los arcos que forman las encías en los cuellos de los dientes, deben tener una forma y unas alturas relativas determinadas para transmitirnos armonía.
El espacio virtual entre el diente y la encía mantiene y libera un líquido seroso que se llama fluido clevicular o fluido crevicular. Este líquido clevicular es un agente importante por su función de arrastre de detritos y microbios desde este espacio virtual, así como por su contenido en sustancias de defensa inmune contra agentes infecciosos que pudieran colonizar el periodonto. El líquido clevicular secretado se une a la secreción de las glándulas salivales para formar la saliva.

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